Lo que su marido no le daba
Está inspirada en una historia real, donde los personajes se han modificado para que nunca nadie sea capaz de identificarlos.
Había tenido su primer hijo muy joven. Le gustaba demasiado el sexo en la adolescencia, e hizo demasiadas locuras. Era cuestión de probabilidades, en algun momento tenia que pasar. El problema era tener solo un único novio y no haber probado más. Ahora con 25 años, y y un niño de 7, se daba cuenta que había desperdiciado su vida. No era que no estuviera bien con su pareja, pero ahora veía que podía que fuera poco para ella. No cumplía ya con sus compromisos sexuales. Los dos se habían abandonado un poco, pero ella, intentaba luchar contra la genética de su familia.
Tenia las caderas enormemente anchas, aunque el culo estaba bien definido y todo lo terso que lo podía tener. Se mantenía con un vientre plano, relativamente, teniendo en cuenta que su genética la predisponía a sufrir obesidad. Fuera como fuera, no era una mujer de pantalones talla 40, ni 44…. Sus caderas eran muy anchas, y su cintura estrecha. Como le decía su abuela.
– Niña las mujeres de nuestra familia tenemos sangre negra.
No sabia a que se refería, siendo joven, pero con el tiempo lo entendió. Evidentemente no se refería al color de piel, caucásico puro. Lo decía por el enorme trasero que les salia a todas. Aunque ya le gustaría que en lugar de caderas, fuesen las nalgas lo que tenía grande.
Cada mañana paseaba al perro, un precioso bulldog francés, pequeño y simpático. Siempre con aquellos tejanos elásticos que le marcaban el culo y destacaban sus caderas. Las camisetas entalladas, destacaban su cintura estrecha y su generoso pecho. Siempre sola, mientras su marido llevaba al niño al cole.
Hasta que llego el verano, el ritmo cambio y el horario también. Tenia que sacar al perro antes para ser ella quien llevara al niño a actividades de verano, ya que su marido realizaba jornada intensiva desde primera hora. Y así es como se encontró por primera vez con el joven barrendero.
Era un chico quizás un poco más joven, mulato, con el pelo rapado al 1, fuerte, bastante más alto que ella, algo que no era difícil por su corta estatura. Él empezó mirándola, sin disimular su interés por su trasero.
Ella no tardó en mostrar interés por aquel joven. Era pura azúcar, cariñoso, seductor, y le ponía a mil. En una semana ya estaban hablando de temas personales.
– Mañana se va mi hijo de colonias, una semanita de descanso.
– Que bien! podréis estar una semana de novios.
– Que va! Es muy aburrido, llegará al mediodía cansado y sin ganas de hacer nada.
– Tu seducelo, y haces con el lo que queras.
– Eso funcionaba antes. Ahora creo que me encuentra fea y gorda.
– Pero si estas estupenda. En mi país una mujer como tu tendría para ella los mejores hombres y los más ricos.
– ¿Con este culo?
Allí había filtreo y si los dos sabían llevar a buen puerto la conversación, acabarían en la cama. Y en eso pensaban los dos.
– Precisamente. Además eres exótica, esa piel blanca, y ese cuerpo….
– A ver si es una fantasia tuya. Pero luego pasa como lo que se suele decir de los mulatos, es solo una ilusión.
– ¿Y que se dice de nosotros?
– Ya sabes.
Le dio demasiada vergüenza decirlo. Si lo decía abiertamente se notaria que era una indirecta, ella estaba casada, y no sabia si el interpretaría correctamente las señales. Claro que soñaba con que le destrozara el coño con un hipotético pollón negro, pero el ser infiel le superaba, no estaba preparada. Se limito a sonreír y mirar de reojo a su paquete.
– ¿Esto? Pues no se, puede.
Se llevo las dos maños al pantalón, ajustándolo contra su muslo. Una enorme anaconda apareció marcada, recorriendo parte del muslo. No pudo evitar la cara de sorpresa, las mejillas encendidas y el bueno me tengo que ir. Le costó unos minutos aplacar el sofoco, y todo un día que se le fuera la vergüenza. La imagen de la polla marcada como si tuviera un pepino guardado en el bolsillo, no se le iría en la vida de la cabeza. En su vida había visto tan de cerca nada parecido.
No dejaba de darle vueltas. Era mujer muy fogosa, se había entregado en cuerpo y alma a su marido, había sido su juguete, había cumplido todas y cada una de sus fantasías, incluso incluir a una amiga en un trío. Pero fue quedarse embarazada y bajar todo. Con el tiempo se acostumbraron y ahora apenas cumplía. Ella necesitaba sexo salvaje, y no entendía porque se había tenido que quedar con el primer hombre que apareció en su vida, sabiendo que posiblemente no había conseguido sacar todo lo que tenia dentro. La posibilidad de pegarse el capricho de desahogarse, no le parecía tan mala idea.
Al día siguiente no coincidieron, el horario no era el de siempre, pero un día después con ella sola en casa, el niño de colonias y su marido trabajando, salió preparada a la caza de aquel mulato con polla de caballo.
– Ostras, que susto.- Dijo al salir de la portería.
– ¿Vives aquí? no lo sabía, hoy me tocó esta calle. – Allí delante suyo estaba su mayor fantasía sexual.
– Pues sí, justo ahora iba a sacar al perro.
– Yo acabo este trozo de la calle y me puedo ir.
– Te espero allí con el perro.
Al cabo de unos diez minutos se presentó el chico. Ya había acabado su jornada y pretendía irse a casa.
– Había pensado en algo. Yo estoy toda la mañana aburrida. ¿Por qué no me haces compañía?
– Lo que quieras, soy tuyo, pero he de cambiarme y ducharme, que este trabajo no es limpio. Tu sabes….
– Puedes ducharte en mi casa. – Le dijo mientras, sin que se diera cuenta, lo guiaba hasta su portería.
– Entonces no saldremos de la habitación en todo el día. – Le dijo riendo.
– A las dos tienes que estar fuera, y eso son 7 horas…. creo que tendré suficiente.
No hablaron más, ella lo llevo a su casa, dejó al perro en la galería y le indicó donde estaba la ducha. Cuando quiso darse cuenta, se lo encontró completamente desnudo, en el lavabo con la puerta abierta, y una enorme polla colgaba entre sus piernas.
– Duchate conmigo.- Era una orden no una sugerencia. – En mi país las mujeres obedecen. Son esclavas de su negro. ¿vas a obedecer, o darás guerra?
– Soy guerrera de mala manera. Pero pienso obedecer, esa porra es para obedecer, no sea que me pegues con ella.
– Tiene otros usos.- Dijo sonriendo.
Entró en la ducha, acariciándose la polla. Ella entró tras él, notando la enorme diferencia de color de piel, sin ser él realmente oscuro. Sus manos fueron inmediatamente a su polla, excitada con aquel enorme tamaño. No se podía creer que fuera tan grande.
– Si cabe en la boca, cabe en el coño- le dijo riendo.
Ella entendió, se arrodillo y empezó a chupar aquella enorme polla. Al momento se puso tan caliente, que pensó que si no follaba de forma violenta en ese mismo instante, le daría un infarto. Metiéndose la punta en la boca, se imaginó al instante como sería sentir aquella forma recorriendo sus entrañas. Se acarició el clítoris, y supo que el orgasmo estaba apunto de llegar.
– Dios, que calentón, yo no aguanto.
– Así me gusta, que seas un perra encelo.
– Nada de palabrotas por favoorrr!.- Y se deshizo en un micro orgasmo al sentir como el pasaba su lengua por su coño. – Noooo llevame a la cama, follame yaaa!!
Él la cogió a pulso y haciendo un acto de valentía, salio mojado de la ducha, y goteando y sin cerrar el agua, la lanzo en la cama. La tumbo boca abajo y se puso detrás acertando a la primera con su agujero. Ella empezó a estremecerse con el inicio del orgasmo que tenia reservado.
– No, así no, follame bien. – Estaba que no podía, nunca se había encontrado tan excitada. – Quiero que entre.
– Calma calma. Poco a poco.
– A la mierda, revientame con esa polla ya. – Y se puso a cuatro patas esperando que aquel tronco negro la partiera por la mitad.
Cuando empezó a entrar lentamente, esta vez bien metida, sintió que ese iba a ser el polvo de su vida. Cuando ya tenia medio tronco dentro, comprendió que era demasiado. Entrar iba a entrar, pero necesitaba adaptarse a un instrumento como aquel. Había usado pollas de juguete, algunas de tamaños desproporcionados, y sabia que tenia que estar cómoda. Para fastidio de ella, el orgasmo tenia que esperar.
– Vale, vale, para. Así no, dejame que me ponga encima.
– Vale, amor, lo que quieras. – Empezaba a estar un poco harto de tanta vuelta.
Ella se puso encima, y puso la enorme punta apuntando a su entrada. Esta enseguida se empezó a abrir camino, resbalando de forma inmediata hasta la mitad. Ahora podía controlar el movimiento, y si la dejaba se correría al momento.
– Dejame, dejame que la meta yo poco a poooo…-
No le hizo caso, el orgasmo atravesó su espalda desde su coño y sintió que la polla entraba completamente, destrozándole pero al mismo tiempo dándole un placer inimaginable. El realizaba movimientos lentos, pero no sacaba la polla, se movía en círculos y con la polla completamente dentro acompañaba su cadera con la suya haciendo que su clítoris chocara contra la base de la polla y sintiera todo el grosor de aquel tronco que tenia dentro. Ella apretó las piernas intentando controlar aquel orgasmo que la estaba dejando sin respuesta. Todo su cuerpo se desmoronaba saturado de endorfinas. Se dejó caer sobre el pecho fornido del chico, y se dejo hacer, pensando que tendría la delicadeza de dejarla reposar un segundo. Entonces, empezó la verdadera fiesta. Él, separandola unos centímetros, gano el espacio que necesitaba para poder marcar el ritmo y profundidad. El primer aviso la hizo ponerse rígida y darse cuenta que aquello iba a superar cualquier expectativa. El segundo aviso fue la preparación del terreno, y la profunda compresión que aquel orgasmo iba a ser nuevo y completamente diferente. Lo siguiente que sintió fue la polla moviéndose en su interior entrando y saliendo a una velocidad endiablada, sin desfallecer, removiéndose en su interior, recorriendo todos sus pliegues.
Le sorprendió que aquel tipo de sexo fuera posible. La velocidad, el recorrido que realizaba, la cantidad de movimientos que hacia al mismo tiempo. Quizás, aquel caballo era demasiado para ella.
– Siiiiiii, siiiiii, cabrón. Como follas…
Se tapó la boca con el oscuro pecho del chico para poder gritar a gusto. Aquel orgasmo que le recorría el cuerpo iba a llegar a una explosión final. Lo sentía en el clítoris, algo ardía en su interior. Sentía una opresión en un punto de su coño que hasta entonces desconocía que existiera, y unas ganas increíbles de orinar llegaron advirtiendo que aquello se estaba descontrolando. Solo se escuchaba el golpeteo de sus cuerpos, el plof plof plof, de sus caderas húmedas uniéndose, el ruido de la polla al entrar en aquel coño húmedo como pez que chapotea en el agua. Ella no dejaba de gritar con su boca tapada por el pecho negro, mordiendo de pura desesperación al no poder controlar aquel orgasmo.
Pero algo hizo clic en su cerebro, un calambre estalló con un fuerte espasmo haciendo que todo su cuerpo se arqueara, y al mismo instante quedó inmóvil sobre el cuerpo de su amante. Él, ya había cambiado de ritmo, comprendiendo que ella necesitaba una pausa. Ella tardo unos segundos en ser consciente del orgasmo, que llegaba con retardo, un orgasmo que le llegaba hasta la punta de los pies. Sentía su coño ardiendo. Él dejó su polla dentro, acariciando su trasero. Entonces ella grito, gritó con todas su fuerzas, a pleno pulmón. Era el orgasmo de su vida. Al fondo el perro empezó a ladrar asustado.
Ella se dejó caer a un lado, completamente agotada. Se llevó las manos a la entre pierna, de curiosidad y dolor. Notaba como si se le hubiera quedado abierto, y saliera fluido seminal. Si, parecía como si se hubiera corrido, pero no había sentido aquel cosquilleo de cuando se corrían dentro. Miró la enorme polla que se había follado, la polla de aquel potro salvaje. Motas blancas salpicaban todo el tronco, y la base se veía llena de un liquido brillante y viscoso. No le importaba que se hubiera corrido dentro, al contrario, le emocionaba la idea de aquella polla derritiéndose dentro de ella. Solo le fastidiaba no haber sido consciente de ello. Quería ver como se corría, quería verlo doblegado al igual que se había doblegado ella.
– Te has corrido? – le preguntó mirando su polla.
– No mi amor, esto es todo tuyo, es tu orgasmo, es tu corrida. Nunca la habías sentido?
– No, jamas había visto algo así salir de mi. – Y alargó una mano para tocar aquella polla húmeda. – No sabia que esto fuera posible.
– Entonces es que te desvirgué de verdad, es tu primer sexo real.
– Eso quiere decir que quedrás correrte.
– Claro, pero aún no.
Ella se dejo hacer, llevándose las manos a la cara riendo como loca. El chico se puso encima y cogiendo su enorme trasero, hundiendo las manos en la carne y usando su peso para meter la polla lo más profundamente posible. Ella lo sintió, estaba follandola para correrse, puso sus manos en su fornido trasero para acompañarle con los movimientos, y levanto sus piernas para dejarle hacer con libertad. Reia, lloraba y gritaba en libertad.
– Si, si si, cabrón correte yaaa!!!
Pero aquel semental aún tenia sorpresas guardadas, y de un golpe, sacó su polla completamente. Ella sintió de golpe un vació dentro, un frio recorrió todo su ser y un enorme pesar la asoló. No iba a correrse dentro. En el fondo era mejor, pero no era lo que su mente quería. Y su cuerpo pedía ser llenado de aquella leche.
– No solo ibas a disfrutar tu, no??
Y acercando su polla a su cara, soltó un enorme chorro que le cruzo completamente el rostro. Ella excitada, cogió la polla y comenzó a chupar, intentando no atragantarse con los potentes chorros que salían. Era un buen cambio, aquella corrida era enormemente excitante, y la calentó de nuevo. ¿Como podía salir tanto semen de allí?
Con la cara y el estomago lleno de semen, se dejo caer de nuevo en la cama, respirando con dificultad.
– Joder, que semental estas echo. Quiero esos chorros dentro de mi. Los deseo con todo el alma.
– Si, mi amor? ¿Los queres dentro? – Pues vamos
Ella parecía que se había vuelto loca. Reía a carcajadas, completamente fuera de si. El metía su polla a voluntad, y le decía lo guapa que estaba cubierta de semen. Ella, ahora realmente sentía que el la estaba follando para correrse. El cambio era sustancial, ¿o era que ella ya estaba completamente saciada? Le dio la vuelta y ahora si se dejó follar a cuatro patas. Cogiendo una almohada, elevó su trasero para permitir una mejor entrada de aquel pollón. Perdió la noción del tiempo. Los microorgasmos daban paso a orgasmos del rango medio, en un éxtasis continuo de nivel bajo que la mantenía en una nube de hormonas placenteras. Pero su coño no daba para tanto, y comenzó a reclamar pausa, en forma de sequedad y dolor. Pero justo en ese instante, como si estuviera previsto, aquella enorme polla descargo todo su contenido dentro, permitiendo un ultimo orgasmo provocado por pura excitación fantasiosa y la sensación de sentir que aquellos cuernos estaban ahora completos. Ella, cansada y saciada, se dejó caer boca abajo, disfrutando de la sensación de sentir como salia el semen de dentro de su coño. Se quedó dormida mientras el acariciaba su trasero. El polvo de su vida tenia que ser repetido.
Y dado que esta historia tiene una parte muy real, no puede acabar sin explicar las consecuencias. El matrimonio pasó una profunda crisis. Ella había descubierto un mundo nuevo de posibilidades, y no estaba dispuesta a renunciar a el. Pero cuando a los 8 meses nació un pequeño mulatito, la crisis fue insostenible. Pero aveces las cosas dan un giro inesperado. El joven mulato, huyo con el rabo entre las piernas, o más bien buscando otras piernas en las que meterse. Y ella se quedó sola.
– Yo estoy dispuesto a volver contigo.- Le dijo un día el joven cornudo.
– ¿Después de haberme comportado como una golfa?
– Lo entiendo, te dejé desatendida, después de haber cumplido todas mis fantasías.
– Seguro que no te importa lo que hice?
– Claro que me importa, no me dejaste participar, ni siquiera mirar. Para la próxima quiero estar presente.
La fortuna le sonreía de nuevo. Compartir pareja puede ser muy sano para los matrimonios.