Otra vez mi vecino me deja satsfecha
Esa misma tarde, cuando regresé del sex shop donde había disfrutado una intense cogida con tres hombres bien dotados, mi vecino Martín me estaba esperando en la puerta de mi casa.
Sonrió al verme, preguntando si lo invitaba un café.
Le devolví la sonrisa y lo hice entrar. Fuimos a la cocina y dejé en una silla la bolsa con mis flamantes prendas de lencería erótica.
Martín se acercó por detrás; diciendo que mi cuerpo olía a semen.
Le confesé que, desde que él me había cogido con tanta intensidad, yo me había vuelto una puta insaciable…
Le dije que había pasado la tarde cogiendo con tres flacos bien dotados e incansables y había conseguido a cambio unas piezas muy sensuales de lencería; que pensaba usar para dar un buen espectáculo a él y sus amigos…
Entonces mi vecino me atrajo hacia su cuerpo y me comió la boca.
Susurró a mi oído que ahora iba a darme por el culo; mientras yo le describía todo lo que había hecho en ese local de lencería.
Levantó mi pollera ceñida hasta mi cintura y me hizo dar vuelta, empujándome contra la pileta de la cocina. En un par de segundos, su verga tiesa estaba apoyada en mi estrecha entrada anal.
No me dio tiempo para nada. Enseguida la gruesa punta de su verga comenzó a empujar y a penetrar mi apretado anillo; haciéndome gemir de placer mientras sentía que me rompía el culo
Le relaté toda la historia entre gemidos, mientras su pija me daba un placer intenso, entrando y saliendo de mi apretado ano…
Martín se excitó bastante cuando le relaté cómo el cartero del barrio me había dado por el culo. Pude notarlo en el repentino ensanchamiento de su verga, que no dejaba de bombearme.
Mi comportamiento de puta lo calentó bastante y comenzó a embestirme el culo con largos y duros empujones; que me hicieron ver las estrellas.
Sin dejar de embestirme, de pronto me preguntó si mi esposo regresaría ese fin de semana. Entre jadeos y gemidos, le contesté que volvería la semana siguiente. Tendríamos tiempo suficiente para hacer el strip tease y la pequeña orgía con sus amigos.
Entonces me advirtió que serían cuatro pibes los que me dejarían mis orificios destrozados y llenos de leche bien caliente.
Sacó su verga todavía tiesa de mi culo y me hizo arrodillar frente a él. Entonces tomó esa enorme cosa por la base y apuntó a mi cara.
En un par de segundos, su verga explotó sobre mis labios, manchado de semen mis mejillas y mi cuello.
Me relamí los labios, metiendo esa rica leche en mi boca. Le pasé mi lengua a esa verga endurecida, lamiendo cada gota de semen.
Le supliqué casi llorando que me cogiera otra vez.
Entonces Martín me ordenó subir a mi habitación y ponerme en cuatro sobre mi cama matrimonial.
Me quité toda la ropa y, usando solamente mis zapatos de taco alto, trepé a la cama. Le pregunté si quería cogerme al estilo perrito.
Pero entonces me dijo que me cogería en posición del misionero; en esa misma cama donde me cogía mi esposo…
Trepó entre mis piernas abiertas mientras yo levantaba mis caderas, apuntando a la punta de esa verga bien erecta.
Pronto sentí esa cosa enorme deslizarse hasta el fondo de mi hambrienta y desesperada concha.
Martín empezó a bombearme frenéticamente, haciendo que yo tuviera un tremendo orgasmo en menos de un minuto. Grité como loca; pidiéndole y suplicándole que me cogiera más duro.
Mis zapatos de taco descansaban en su espalda con mis tobillos entrelazados; para no dejarlo escapar. Mis uñas esmaltadas se hundían en su piel, dejándole surcos rojos…
De pronto me comió la boca y luego susurró entre gemidos que estaba a punto de acabar. Le supliqué que me llenara la vagina.
Entonces gimió y gruñó, comenzando a dejar escapar su semen hirviente, que invadió mi concha por entero. Eso disparó otro muy intenso orgasmo en mi cuerpo; que me dejó temblando sin control.
Martín descansó sobre mi cuerpo unos instantes y luego sentí su verga deslizarse fuera de mi bien dilatada vagina.
Me besó delicadamente y luego se bajó de la cama. Mientras se vestía, me sonrió diciendo que no podía esperar el momento de presenciar mi strip tease con sus amigos.
Iban a grabar todo y me darían una copia; para masturbarme cuando estuviera a solas; sin una verga a mano para poder entretenerme.
Después me dejó allí en la cama; boca arriba, con las piernas abiertas y mis dedos jugando con mi labia.
Me sentía todavía muy caliente.
No podía esperar al fin de semana…